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Tipazo – Capítulo Final

bedroomMadre mía qué hago pienso mirando esos ojos hechizante.  De pronto viene un grupo de adolescentes así que se separa de mí, toma mi mano y seguimos caminando.  Mi corazón va a salir expulsado por mi boca, y él de lo más tranquilo hablándome de no sé qué.  No le presto atención, solo pienso en esa pregunta que me hizo y lo cerca que estuvo de besarme.  Cuando me doy cuenta ya estamos debajo del árbol donde está estacionado mi auto.  – Bueno Amanda, muchas gracias por la velada.  Ya es tarde y mañana trabajas – dice alarmándome.  – ¿Ya es tarde? – pregunto haciéndolo sonreír.  – Pero si no te he contestado la pregunta – digo nerviosa.  Él sonríe muy sensual y me agarra por la cintura para pegarme a su cuerpo.  – ¿Entonces…cuál es tu respuesta? – pregunta mirándome intensamente volviendome loca.  Me acerco a su rostro y rozo mis labios con los de él – Sí, quiero jugar contigo – respondo y lo beso.  ¡Y cómo besa!  Wow lo siento por todo mi cuerpo.  No puedo despegarme de su boca, me lo quiero es tragar completo.  Jadeo y es esa la señal que me detiene.  Cuando abro mis ojos me encuentro con su hermosos ojos derritiéndome y dándome deseos de más.  – Me estoy quedando en un hotel muy cerca de aquí, ¿quieres venir? – pregunta.  – ¿Hotel? – pregunto haciéndolo reír.  – Sí te comenté que estoy aquí por negocios solamente – dice acariciando mi mejilla.  – ¡Oh cierto! – miento, supongo que eso era lo que me estaba diciendo después de haberme hecho la pregunta que me dejo en el espacio.  ¿Qué hago? me pregunto, quiero ir pero a la vez no me atrevo.  – Está bien, interpreto tu silencio – dice sonriendo y se separa de mí.  – Sí, sí voy contigo al hotel – respondo agitada de los nervios.  – Perfecto, ¿vas en tu auto o vamos en el mío? – pregunta volviéndose a acercar.  – Voy en el mío, no quiero que se siga llenando de hojas – respondo sin pensar.  – Okay pequeña, entonces sígueme – dice llevándome hasta la puerta de mi auto, la abre para que entre, se agacha y me vuleve a besar una vez estoy sentada.  – Tengo que detenerme en la gasolinera primero, ¿está bien? – pregunta.  – Sí, no hay problema, que no te vaya a pasar lo que me pasó a mi esta mañana – respondo haciendolo reír.  Me besa, cierra la  puerta y se marcha.

Llegamos a la gasolinera, lo observo cuando se baja de su auto y camina hacia dónde estoy.  – ¿Deseas algo? – pregunta.  – Estoy bien gracias – respondo.  – Okay regreso enseguida – dice y se marcha para entrar a la tienda.  Mientras espero pienso en su delicioso beso, mi corazón vuelve a latir rápidamente.  Sale de la tienda con una bolsa pequeña, me guiña un ojo y se sube a su auto.  Mientras lo sigo vienen muchas ideas a mi cabeza, si es un loco psicópata, un enfermo, o si tiene manias extrañas.  Y sin darme cuenta ya estamos en el estacionamiento del hotel.  Cuando nos bajamos de nuestros autos, me toma de la mano y caminamos hacia el hotel.  – ¿Todo bien? – pregunta, es evidente que estoy muy nerviosa.  – Ansiosa – respondo mirando los números del elevador mientras subimos.  – No pasará nada que no quieras que pase pequeña – dice y besa mi mejilla cuando abre el elevador.

Una vez en la habitación me siento en una silla que está en la esquina mientras él guarda la bolsa en la mesa que está del lado de la cama y se sienta.  Esos ojos azules me tienen mal, muy mal.  Me levanto y camino lentamente para acercarme a él.  Me toma de la cintura y me pega a él. Me provoca enredar mis manos en su cabello, él levanta la vista y besa mi abdomen por encima de mi vestido.  – ¿Cómo sabes que esto que estoy haciendo es diferente para mí? – pregunto.  -Pequeña, eres una mujer transparente, desde el día que te vi con tus puntitos de maquillaje, supe lo sincera y genuina que eres – responde sonriendo.  – ¡Madre mía que verguenza! Ni me lo recuerdes – digo poniendo los ojos en blanco.  – Desde ese momento me encantas – dice mirándome profundamente.  Lo miro y pienso, este gigolo tiene que hacer lo mismo con todas, pero no me importa a éste bombón me lo saboreo yo, él se va a ir y esta oportunidad no la puedo dejar ir.  – Bueno…entonces ¿qué esperas para tenerme? – le digo mordiendo mi labio.  – Estaba esperando a que me dieras luz verde – responde.  Sus manos buscan mis piernas y me las acaricia, están frías y la siento un poco temblorosas.  ¿El Tipazo está nervioso? me pregunto a mi misma poniéndome más ansiosa.  Me siento a horcajadas en sus piernas y nos besamos muy intensamente, él me quita mi vestido, yo su camisa.  Estamos semi desnudos en la cama, éste hombre me hace vibrar pero siento que no se atreve a hacerme más nada, así que me levanto de sus piernas y mirándolo fijamente a sus ojos me desnudo.  Él me mira de arriba a abajo, se levanta y me besa mucho más intensamente y me acuesta en la cama.  Lo observo cuando se desnuda y al voltearse para sacar lo que puso en la gaveta de la mesa veo un enorme tatuaje en su espalda.  Se le vé tan sexy que mis ansias por estar con él aumentan.  Sube a la cama y besa todo mi cuerpo.  Sus suaves labios y su barba crean sensaciones mixtas por toda mi piel, mi cuerpo está muy sensible. Se pone su protección y tenemos la intimidad más íncreíbe que jamás haya tenido.

Mientras me visto él me observa con sus hermosos ojos azules.  Lo miro y no creo que me acabo de acostar con un hombre como él.  – Quiero verte mañana temprano, ya que me regreso en la tarde – dice.  – No creo que sea adecuado Alexander.  Muchas gracias, me dejaste muy satisfecha – digo acercándome y lo beso. – Muy bien pequeña, cómo tu digas. Déjame acompañarte hasta el auto – dice tomando su pantalón del suelo.  – No es necesario, solo te pido que nos demos un último beso porque me encanta cómo besas y quiero quedarme con tu sabor en mi boca – digo.  ¿Y estas palabras salieron de mi boca? pienso sorprendida.  – Perfecto – responde de forma sensual, mete sus manos por mi cabelloy me besa.  – Yum… – digo saboreándome después de un largo beso  – Adiós guapo – digo sonriendo le beso la mejilla y me marcho.

Luego de esa maravillosa noche soy una mujer nueva.  Su recuerdo ha quedado como una fantasía hecha realidad.  A veces me arrepiento de no haberle pedido su teléfono, pero al fin y al cabo, el Tipazo fue lo que quise que fuera, un delicioso jueguito de una noche.

 

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